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Septiembre  2022

 En esta ocasión llenamos el grupo de motos, con un total de 8 más, la del guía y 11 personas con Hassan y conmigo.
Como siempre nos dimos cita en nuestro punto de encuentro en Algeciras.
Participantes provenientes de Portugal, Argentina, Alemania y el resto de la península. Un buen equipo de moteros, dispuestos a disfrutar de Marruecos.


Embarcamos sin problemas y desembarcamos igualmente. Al ser un grupo grande, todo se ralentiza un poco.
Fíjese el lector, que dije grande, refiriéndome a un grupo de 8 motos, que es el máximo que hacemos.
Grupos de 15, 20 o más motos ya son otra manera de viajar y de vivir un viaje, que nada tiene que ver con nuestra idea de viaje, donde el trato es personal y diferenciado a la necesidad de cada persona. Por lo que el cliente, en la mayoría de los casos, acaba siendo algo más que eso para nosotros y espero que viceversa.
Primera parada, como no, para entrar de lleno en la gastronomía del cordero, con unas chuletas a precios de los de antes.


Llegamos a Fes, como siempre, un poco justos de tiempo, pero si queremos ver tanto en tan pocos días hay que sacrificar por algún lado. Aun así, dio tiempo de visitar la gran medina con las motos aparcadas y los trastos en el Riad.

Una ventaja de tener el alojamiento en la medina es que ya estamos allí mismo a la hora de la obligada visita.


Una fantástica cena con nuestro primer Tajin del viaje.
La comida típica marroquí por excelencia.
Segundo día y pasamos por las ruinas romanas de Volubilis.

En una mañana gris que nos acabaría mojando al cruzar el Atlas. Legamos a Midelt donde nos tienen preparado el otro plato por excelencia. 


Regado con toda clase de alcoholes, lo que por estas tierras se va haciendo cada vez más común para satisfacer y alegrar al visitante.

Estamos a poco menos de tres horas de conducción hasta Merzouga, la puerta del Sáhara. Y vamos a aprovechar la tarde jugando por las dunas con los buggies.


Otra rica cena en otro fantástico Riad.

Bien temprano ponemos rumbo a las Gargantas del Toldra y Dades.

La arena intenta recuperar lo que es suyo.

Otro punto imprescindible en el tour.

Las gargantas de Dades y sus famosas 6 curvas.

A un par de kilómetros tenemos nuestro alojamiento regentado por el amigo Mohamed.
Como en casi todos los sitios, nos dan la bienvenida con el ritual del té.

Empezamos una nueva jornada, con destino Marraquech, pasando por Aid Ben Haddou, la gran Kasbah patrimonio de la humanidad.

Y llegamos al Col du Tichka por una de las mejores carreteras para disfrutar de la moto de todo el viaje.

Y bajada infinita hasta la gran urbe de Marraquech.
Cena y paseo por la plaza Jemaa el-fna, centro neurálgico de la ciudad, donde los tambores te hacen bailar aunque no sepas y miles de luces led de los puestos te cegarán.

Después de una ruta larga, toca otra corta. Algo más de 200 kilómetros hasta la costa atlántica, por lo tanto, vamos en modo relax por un tramo que no tiene mucho interés. Aunque a veces la imaginación de los pastores por imitar la naturaleza a cambio de unas monedas, rompa la monotonía y nos haga detener.


La explotación y el sufrimiento animal seguramente será tema en la siguiente generación de marroquíes. De momento toca economía de subsistencia.
Y llegamos a Essaouira, un espacio abierto y relajado, para pasear y degustar marisco en la casetas del puerto.


Todo un espectáculo para los sentidos.
Siguiendo la costa atlántica llegaremos a la capital, una ciudad que poco tiene que ver con el resto del país. Y ahí reside su interés. En un entorno occidentalizado se funden la modernidad y la tradición.


Tres Horas nos separan de Tánger y del ferrry que nos llevará de vuelta a la vieja Europa.


De Tarifa a Algeciras y cena de despedida. 


¡Gracias chic@s por participar en este viaje!

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